OTOÑO III

 Inevitablemente los días perdieron luz

y la calidez del sol fue aligerándose.

Los fuertes vientos se fueron apaciguando

mientras el follaje de las hojas comenzó a cambiar de color.

Casi inevitablemente un aire nostálgico invadió por su ventana,

 y un escalofrió subió hasta sus hombros.

Era fácil regocijarse sobre la sombría nostalgia,

quizás porque arraigarse a la negación del cambio 

le sentaba mejor. Soltar no era fácil.

Sin embargo, cerro la ventana.

Se puso sus medias de invierno y decidió salir

a buscar esos últimos rayos tibios de sol.


 









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